Cada sobrino tiene en la familia una tía traviesa y caliente y con este joven no era diferente. Siempre jugaba en casa de su tía más miraba que ella siempre se presentaba a él como un perro adicto al sexo, cuanto más asustaba siempre huía, el niño no se resistió cuando se acercaba y ponía sus pechos en su palo, el chico no podía soportar porque no todos los días se hacía una masturbación tan delicioso con los enormes pechos de tu tía.